jueves, 5 de mayo de 2011

La frontera

En Tijuana el desierto es bosque. Un bosque de cactus altísimos, retorcidos; guerreros invencibles de la aridez. Su sombra es profunda, de ella emergen venados, búhos y zorros, serpientes y alacranes, todo a la vez.
Da miedo que entre tanto sol aún quepan tantos recovecos oscuros. Las señales federales lo advierten: “No haga paradas en despoblado“. Las gasolineras abandonadas de Pemex lo confirman: “Váyase de aquí“.

1 comentario:

Fer dijo...

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