sábado, 30 de marzo de 2013

En la orilla donde acaba

La ciudad y la noche son un sueño en el que los ventanales de los edificios reflejan los faros en lugar de las estrellas. Las bocanadas de tabaco son como el fantasma de un cachalote que surca las aguas negras de este cielo citadino. Lo bello brota fácil porque se colora ante la  muerte y las sombras. Me gusta más así, que nada tenga que ver con el pasto y las flores, ni con la supervivencia.

Música, y que el auto no pare de avanzar, manejado por quién sabe quién.

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